Aires de grandeza

El demonio es una mujer,
con garras de negativa ausencia,
tentación con ojos fijos en mi,
la inocencia de una caricia no inocente.
Si la encuentras te pierdes,
no pienses mas en ello.

Deja dormir al ángel,
despierta cada barrote
del sueño atrapado.
Si juegas con fuego hielas,
si un segundo pierdes vuelves a nacer.

Infiernos propios de acertijos,
de equívocos centros de atención.
Dales hoy una pizca de lo cierto,
que mañana te regalarán locura.

Mi cielo se fue no lejos de aquí,
con maletas llenas de lo bueno,
lo que antes fue bueno,
ahora simplemente es, no precisa adjetivo.

Encuéntralo fácil, dicen.
Pero no hay estaciones que me dejen allí,
ni vagones apropiados para mi tamaño.
Volver a ser de nuevo pequeño pretendo,
que la maleta sea sólo un juguete.
Por cuanto lo cambiaría, pero incapaz soy,
si lo único que encoger puedo,
son los hombros de la indiferencia.

Tanto miedo tengo a la pereza,
que la llamo miedo cuando no quiero,
no apetecible es su recuerdo.

Si malgastas tu cuerpo para abrazar
pierdes las manos para coger
(la cabeza ya la perdiste en hombro ajeno)
y las piernas para salir corriendo.
Los ojos no los cierres si lo haces,
guárdalos mejor para un beso.

Cogí carrerilla para dejarme caer por el escalón,
uno hace grande lo que es grande,
lo que a veces es grande,
otras tan pequeño,
punto de vista forjado en tristeza.

Tan adulta es la experiencia,
que olvidó la lección de la niñez,
la larga fila ordenada de preguntas,
el sonido del primer paso en el camino,
en ese camino,
que ya no me lleva hasta allí,
que no se pierde ni se encuentra.

Que lo llame destino quien guste,
yo lo llamaré realidad.
Uno hace grande lo que es grande.

El demonio es una mujer,
con el corazón pequeño como lo cierto.
Lo que a veces es cierto,
otras simplemente es, no precisa mentiras,
ni promesas de pecado no correspondido.

Deja dormir al anciano,
que domó la vida para obedecer,
sin tentar el tacto de los tacones.

No te regalarán aplausos
las cabezas que asienten,
aquellas voces de la razón.
Las mismas que callaron entonces.

Ahora son reyes en sus grandes tronos,
con su barriguda astucia,
juegan a hacer grande
lo que a veces es grande,
y otras tan pequeño.

Que lo llamen como deseen,
que yo no lo haré.
Uno hace grande lo que es,
no precisa compromiso.

Javier Sánchez Lobato
19-10-2011

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