Bailes de Sirena

Recuerdo que una vez
fui sincero con ella.
Dedicarle cada palabra,
cada susurro,
cada pensamiento,
fue tarea facil.

Cuando me paro a pensar
en todo aquello que no di,
todo lo que por no apostar,
perdi…
Mientras ella me regalaba
bailes de sirena.

Recuerdo que una vez,
cerre los ojos para pensar
un momento solo , lo juro,
en ella, y el momento se fue.

Pasé la vida
esperando el momento adecuado
para por fin afrontar
los miedos de mi cabeza,
la ansiedad de mi corazón,
y mi vida pasó por esperar…

Ahora ya no hay cura
para una tristeza cronica,
el que siembra dudas
recoge desconfianza.

El ultimo pase esta apunto de comenzar,
pasen y vean a un hombre hundido
en las miserias que ofrece el desamor.
La escena se repetia en mis sueños…
ahi estaba yo, tumbado, boca arriba,
disfrutando de la lluvia.
El llevaba una túnica negra,
me conformé con un traje
tallado para la ocasion,
Él actor y director de testamentos,
yo el centro de atencion.

Sin testimonios testifique en mi contra
en un juzgado de aire frio
retales bañados en oro,
bancos de madera con un tablon a los pies
y cirios inmobiles de neón
al compas de monedas de esperanza.
Me declaré culpable sin excepción,
a poco que perder mucho que ganar,
no hay peor condena que imaginar
que lo que pudo ser tu legado
no lleva la misma sangre
que recorre tus venas.
Me acusaron de valentia tardia,
de soberbia prematura,
(como aquel que para recibir un beso
pone la mejilla)
de pereza aguda
y de adiccion a la melancolia.

Enfadado y colerico me marché,
dueño de mi sueño.
Y al salir ahi estaba yo,
paseando y presidiendo una comitiva
que me acompañaba en silencio.
Camine a lo largo de una avenida,
con baldosas gris mate
y rodeada a ambos lados de cipreses,
arboles frutales de aquellos
que tienen poca hambre.
Mi cabeza se balanceaba
suave y sigilosamente
de izquierda a derecha,
como un lector curioso
buscando intuicion en una biblioteca.
Es ironico que en el lugar
donde mas historias hay para contar
donde mas cosas hay que decir…
reine el silencio.

De repente me detuve sin avisar,
dueño de mi sueño,
habia encontrado su nombre tallado en piedra,
tan sola como yo
en aquel jardin de tristeza.

Asi que sin egoismo por fin desperte
de ese sueño que jamás se repetiria,
y con valentia busque y busque,
hasta que pude volver a sincerarme con ella,
y cada dia hasta el dia de mi muerte
volvio a regalarme bailes de sirena.

Javier Sanchez Lobato
13-8-2005

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